La polémica recientemente surgida en España acerca de la ubicación de los
restos de Francisco Franco, indica que un sector considerable de la sociedad
civil tomó conciencia de que un personaje de la trayectoria de esa persona no
puede recibir el homenaje oficial que significa estar en un lugar como el que
estuvo durante las pasadas décadas. El nombre de esa persona evoca una cruel
guerra civil con muchos miles de víctimas: muertos, exiliados, encarcelados…
La construcción del lugar de enterramiento en cuestión se realicon trabajo
esclavo de los represaliados del regimen dictatorial que ese señor presidió
durante casi cuatro décadas.
Habiendo sido todo esto resultado de un enfrentamiento entre españoles, es
lógico que F. Franco y la dictadura que ejerció, además de detractores, tenga
también simpatizantes y partidarios. De hecho, el lugar de enterramiento,
conocido como Valle de los Caídos fue hasta ahora una especie de santuario
para ese personal que se sigue identificando con la figura del dictador y su
obra. El problema es que se trata, como se dijo, de un lugar oficial, de un
Estado que es el de todos los españoles, y si se pretende ir cerrando las
heridas de aquel conflicto civil, el mejor método no es conservar un santuario
oficial en que se glorifique la victoria de un bando sobre el otro. En ese sentido
es laudable y digna de apoyo la decisión del actual gobierno de poner fin a esa
situación. Cualquier otro lugar en el que se entierren los restos del dictador,
inevitablemente, será un lugar de culto para sus entusiastas, pero que sea un
lugar privado y que lo mantengan ellos; cada cual es muy libre de adorar al
ídolo que elija.
Lo que nos sorprende, como cristianos, es que el sitio que se está proponiendo
sea un lugar de culto cristiano como la catedral de La Almudena de Madrid.
¿Es que la jerarquía católica de nuestro país es menos sensible que los
representantes políticos acerca de lo que tiene ese tipo de enterramiento-
santuario de factor de división en la sociedad? ¿Va a convertirse la catedral de
todos los católicos madrileños en un lugar donde se celebre la victoria y la
represión de unos españoles sobre otros? ¿Es que tampoco el papa Francisco,
que abunda en gestos que evidencian el deseo de otro tipo de acción eclesial,
tiene algo que decir sobre esta enormidad?
Desde las Comunidades de Cristianos de Base de Gijón queremos manifestar
públicamente nuestra repulsa por esa decisión, que vendría a denigrar aún más
a una Iglesia que asignó en su día el título de Cruzada a la guerra y la
represión que generó el golpe militar fascista. Con los numerosos casos de
pedofilia y las inmatriculaciones ya hay bastante porquería en las cloacas de la
Iglesia. No echemos más aún.
COMUNIDADES DE CRISTIANOS DE BASE DE GIJÓN
Publicado en el diario
LA NUEVA ESPAÑA
el día 3 de octubre de 2018